viernes, 1 de julio de 2016

Lo que realmente son el Cielo y el Infierno según la Metafísica o Teodicea últimas








 S. Juan de la Cruz



Entréme donde no supe, y quedéme --no sabiendo-- toda sciencia trascendiendo.
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Estaba tan embebido, tan absorto y ajenado, que se quedó mi sentido de todo sentir privado; y el espíritu, dotado de un entender --no entendiendo-- toda sciencia trascendiendo.
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Y si lo queréis oír, consiste esta summa sciencia en un subido sentir de la divinal Esencia. Es obra de su clemencia hacer quedar --no entendiendo-- toda sciencia trascendiendo.
   

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Es una memez pensar que Dios es un señor con barba que está pendiente de poder decirle a alguien '¡te pillé, te pillé!'.  Dios es simplemente --y nada menos que-- la única existencia que existe por sí misma (las demás existencias son efluvios, participaciones de la suya). Y es la única porque, existiendo ‘por sí misma’, existe sin posible 'limitación', es decir, como un fogonazo de decir "¡sí quiero!... ¡existir!" que, además, una vez 'producido', ya no tiene 'marcha atrás'. Es tan ‘simple’ (a modo de punto geométrico sin 'dimensiones') como también es 'infinito' (como el fogonazo que ilumina y 'llena' el infinito de una esfera de radio infinito). Infinito porque, como existe por sí mismo, existe 'como le da la gana' y, por tanto, lo abarca todo. Por eso, porque lo abarca todo, es único: porque si hubiese otra existencia igual, también sería ‘infinita' totalmente y, entonces, como se superpondrían ‘infinitamente’ las dos, pues… ¡ya no sería 'otra'!, sino ¡'la misma’!...

      Pero a lo que íbamos: no es un señor con barba que nos vigila, sino un fogonazo de existencia  que, como es 'como le da la gana' (y porque le dio la gana), está ¡obligado!  a  estar ‘infinitamente’… autocomplacido en sí mismo’ (pues sería una idiotez que, existiendo ‘como le da la gana’, luego resultase que no estuviese satisfecho’ con cómo está siendo…  ). Es decir que ‘se ama’ a sí mismo (¡a la fuerza!); y, como es infinito, pues se ama ‘infinitamente’ (como no podrías ser de otra manera).

      O sea: a lo que vamos: que la mejor definición ‘práctica’ de Dios (aparte de la ‘teórica’ de ser el ser que existe por sí mismo) es la de San Juan evangelista: Dios es Amor (pero… --y es lo que le faltó a S. Juan terminar de decir--,  es Amor… ¡¡¡ Infinito !!! ).

     Y ¿se puede imaginar mayor felicidad y mayor sentido de autorrealización existencial que estar cerca, en presencia de, ¡participando! de… ¡¡nada menos que!!... en, con, y de  el ¡¡¡ Amor Infinito !!!?

      Pues… eso, y no otra cosa, es el Cielo. Ni más ni menos. La felicidad y ‘la paz interior’ (que es inherente a la auténtica felicidad) de que nuestra existencia participada’ se reúna (de un modo más o menos ‘intenso’; pero ésa es otra historia…) con ¡el Amor Infinito! del que, a la postre, todos procedemos…
      Y esto, ¿todos lo alcanzan? Pues sí: todos… los que no hacen la imbecilidad de ‘intentar’ el imposible metafísico de hacerse-como-Dios’, es decir, de hacer de su capa un sayo  y atrochar y arremeter contra todos y contra todo como si ellos fuesen los únicos y ‘absolutos dueños’ del Universo: es decir, como si ellos fuesen --y que no lo son-- Dios.

     De modo que, empeñándose de este modo en un imposible se dan de bruces  --de hoz y de coz--  con el mayor tormento imaginable: estar continuamente ‘rebelados’ contra  la realidad de que ellos, por más que lo quieran, NO son Dios   (O sea: que nunca podrán hacer ‘lo que les dé la gana’; y contra eso es contra lo que se rebelan).


      Tormento, claro, que es exactamente lo que es el Infierno, ¡y no otra cosa, caramba! (Que al igual que Dios NO es un iracundo señor con barba, el infierno NO es un sitio donde te están chinchando, sino que es un ‘estado existencial’ que es en el que ‘uno mismo’ se encierra: estado
de  rebeldía’ contra su propia existencia  que, por estar y al estar en rebeldía consigo misma, impide por completo la plenitud existencial de reencontrase con… ¿con quién?, ¡con el Amor Infinito, nada menos! (que ya es de tontos rebelarse para quedarse sin participar del Amor Infinito)
 
     No es ‘donde te chinchan’, sino donde ¡uno mismo! se está torturando pretendiendo el imposible de ser él ‘como Dios’…
      ¿Consecuencia práctica? Que alcanzaremos el cielo siempre que nos mantengamos ‘inteligentemente’ en nuestro papel: en que somos una existencia que comparte existencia con todas las demás que forman el Universo… Universo que procede del Creador (el Amor Infinito, por cierto). Es decir: que nunca nos antepongamos al respeto que debemos a todos los demás ‘compañeros de existencia’  del Universo. A cada cual, el que le corresponde.
      
 Es decir: siempre que ¡sin dañar! a otras existencias (y menos aún, claro, a otras personas), por anteponer nuestro capricho, es decir, por el ‘fastidiar’; en el fondo.
      De tal manera que luego estaremos tanto más cerca, y participantes, del Amor Infinito cuanto más hayamos ido nosotros repartiendo siempre, conscientemente, el mayor Amor posible a todo el mundo y a todos los del mundo….
      A la postre, es lo que quiso testimoniar S. Fco de Asís con su manera de pensar y comportarse.
      De modo que, como se ve, todo concuerda.


Dr. Prof. Fernando Enebral Casares

 




Addenda.- Para confirmación de la veracidad de los asertos incluidos en lo que precede, nos remitimos a lo afirmado recientemente por el Papa Francisco en su visita pastoral a una parroquia de Roma, recogido por la Agencia "Europa-Press" el 16 de abril de 2018 según aparece en Internet conforme aquí adjuntamos.
     
a 26 abril 2018

El autor: F. Enebral C.   










































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