domingo, 23 de enero de 2011

Tenis de babuinos, no

Reproducimos una foto publicada en “El País” del 2011-0120 que capta un gesto de Roger Federer durante su partido con Giles Simon en el Open de Australia que viene celebrándose.


En seguida hay que decir que la expresión de Federer es francamente inusual, porque se distingue por su educación y elegancia en la pista (aparte de sus mayores o menores virtudes tenísticas). Pero, precisamente por ser anecdótico en Federer, vamos a permitirnos tomarlo como ejemplo de aquello en lo que el tenis --y todos los demás deportes de alta competición-- jamás debiera caer: en ser juego de babuinos afectados por el Lyssavirus rabiae que, por esta enfermedad, se vieran forzados a abrir agresivamente sus fauces hasta el extremo de casi desencajarse la articulación de la mandíbula.

Por desgracia, y en los campeonatos de tenis en concreto, hay demasiados jugadores que, como Andy Murray y otros muchos, hacen especial y reiterada gala de parecerse a babuinos rabiosos; en tanto que, también por desgracia, deportistas tan elegantes como --por citar sólo algunos-- Elena Dementieva (que nos ha dejado ya huérfanos de su presencia siempre admirable en las pistas), Venus Williams (nada que ver con su hermana Serena, líder en gestos babuinos), Agnieszka Radwanska, o el australiano de 18 años Bernard Tomic (magnífica revelación de este Open 2011 de Australia), que jamás pierden la compostura ni caen en la ordinariez de emular a los simios selváticos más agresivos, escasean demasiado.

Así, desde aquí, y por si sirviese de algo, declaramos nuestra más enérgica repulsa a gestos como el que escenifica (excepcionalmente en él) el Roger Federer de la foto adjunta, y a todo el que los haga. Creemos que degrada el deporte a términos de un fanatismo que poco podría diferenciarse (en cuanto a expresiones) de radicalismos terroristas (ya sean territoriales o dogmáticos), y que, por tanto, son un pésimo ejemplo ciudadano.

Como contrapartida, tenemos especial satisfacción en hacer ahora un sincero elogio del tenis admirablemente sereno de Bernard Tomic, del que jamás cabrá sospechar --y eso ya es maravilloso-- que se haya tomado un café de más, o algo así, como estimulante para afrontar un partido. En cambio, y en concreto, los gestos de babuinos enloquecidos que se descoyuntan las fauces, podemos recordar que son típicos de personas con ‘un café de más’.

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