De la necesaria y urgente FUNCIÓN SOCIAL DE LA BANCA
Abundaremos hoy en perspectivas por las cuales se hace
URGENTE Y NECESARIA la ‘FUNCIÓN SOCIAL DE LA BANCA’ que razonábamos ayer. Es transcripción
de lo que publicamos el viernes 4 de abril de 1997 en la p. 8 del Diario “YA”, al
año de llegado al Gobierno en 1996 el Partido Popular.
de LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA BANCA
« La desaparición de Ruiz Mateos y Mario Conde del mundillo bancario ha
reconducido el negocio de la banca a su más puro
estilo financiero, de
aceptar depósitos de dinero de la gente y,
hasta tanto no haya que devolvérselo, prestárselo a otros cobrándoles intereses. Mas
fijémonos que este planeamiento funciona en virtud de la 'esperanza matemática' de que `no todos' los depositarios querrán recuperar su dinero 'al mismo tiempo', por lo que los
bancos, entre tanto, hacen uso de él. Pero para no pillarse los dedos, sólo
conceden crédito a quienes ya tienen patrimonio con que
responder, y les cobran, además unos intereses más altos de lo estadísticamente necesario.
También, claro, cuidan de mantener una cierta liquidez por si hubiere muchos
que de pronto quisieren su dinero.
Lo malo de esta forma de
actuar es que
no crea
riqueza, sino
que especula con ella. No redistribuye
la masa monetaria, sino que hace bueno el refrán de "a perro
gordo, engordarle el rabo" y "a perro flaco, todo son pulgas". Y acaba favoreciendo a indeseables más que a las
personas honradas y pequeñas empresas, que se ven a veces, apuradas y sólo
pueden aportar su honestidad como garantía. Más aún: según se dijo gráficamente en la reciente Cumbre de Washington
sobre el microcrédito, lo grave de los pobres es que 'ni siquiera tienen dinero para salir de pobres'.
¿Cuál es el resultado 'social'
de esto? Que disminuye el consumo de la gente
común, que se ve sin dinero para comprar bienes necesarios, aunque no
habituales. Y claro: si los compradores
no compran, los fabricantes no fabricarán y los obreros y profesionales
tampoco tendrán trabajo. El resultado es una INVOLUCIÓN progresiva de la actividad
económica, ante la que los bancos se hacen
cada vez más recelosos,
suben más los tipos de interés, prestan menos a precisamente quienes
más lo necesitan..., y vuelta a empezar HASTA
EL COLAPSO.
Por contra, el negocio bancario DEBERÍA SER MOTOR de la economía. Para ello deberían basarse en la misma 'esperanza
matemática' por la que usan el dinero de los depositantes
confiando en que no todos querrán sacarlo al mismo tiempo, pero aplicada ahora a otros supuestos. El primero de
ellos sería que no todos los deudores les van a fallar
simultáneamente. Y, por
consiguiente, con
los 'muchos pocos' de pequeños
intereses cobrados en muchos pequeños créditos concedidos a muchas personas honradas, van a
mejorar sus resultados más que con 'pocos muchos' de grandes
intereses cobrados a unos cuantos. Aquellos 'muchos pocos' cubrirán con creces los
riesgos de fallidos y
contribuirán a REDISTRIBUIR la riqueza, promover el consumo y la producción, REDUCIR EL PARO
y aumentar los ingresos de todos a medio plazo.
En cambio, la política torpe y cicatera de 'amarrar' conduce a que todos --¡y los banqueros también!-- se arruinen. ¡Gran miopía! Afortunadamente, la tesis
del microcrédito confiado 'a la
persona' se ha abierto camino y en febrero pasado los Clinton y nuestra Reina apoyaron
la idea en la Cumbre ya citada.
Por otra parte, la banca tiene
también que responder a otra responsabilidad social. Porque, por ser intermediaria de muchos pagos y cobros que se
repiten con frecuencia --como recibos, sueldos, compras mediante tarjetas o
cheques, etc.--, dispone de enormes cantidades
que no le provienen de
dar y cobrar intereses por tener o prestar
capitales, sino de la 'función social'
de intermediación
que está haciendo. Y debería continuar
esta función mediante aplicarlos
a actividades socialmente útiles,
es decir, a la creación y sostén de fábricas y servicios que generan riqueza,
en vez de
a negocios especulativos.
Porque la banca, que es ya inevitablemente
una
'función social' (la de facilitar las transacciones económicas), debe
cumplir también con esta otra: la de CREAR Y REPARTIR riqueza, EN VEZ DE ¡parasitarla!. »
Fernando Enebral Casares
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