miércoles, 30 de junio de 2010

Subida del IVA, disparate golpista


Un “golpe de Estado” es una infracción constitucional que se impone ‘a la fuerza’ a los ciudadanos sin haber realizado previamente el correspondiente cambio de la Constitución mediante el cauce establecido en ella para hacerlo, y haberlo sometido a referéndum.

Y resulta que el IVA (“impuesto sobre el valor
añadido”) y todos los demás tributos indirectos (aquéllos que gravan el objeto que se vende, prescindiendo de quién lo compra) infringen frontalmente el art. 31.1 de la Constitución española, que establece que “todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica”: porque aplica el gravamen sin atender a la “capacidad económica” de cada uno.

El pasado 26 de noviembre de 2008, en 'peso-press.blogspot.com', ya lo denunciamos y explicamos. Y a esa publicación nos remitimos y reiteramos. Y es de advertir que el art.31.1 se refiere a un ‘deber’, y no a ‘derechos y libertades’ a los que solamente afecta el art. 10.2.

También entonces expusimos las razones por las cuales es un disparate subir los impuestos cuando lo que se requiere es estimular la actividad económica: porque es completamente inútil poner altos tributos… cuando no hay sobre qué aplicarlos… porque hay colapso, crisis económica. Y para evitar ésta, ¿qué hay que hacer con los impuestos? Pues lo que habría que hacer es precisamente ¡'bajarlos'!, en vez de ‘subirlos’.

¿Qué va a provocar la subida del IVA? Pues abundado en lo que acabamos de decir, adjuntamos diversos recortes de prensa. En ellos se ratifica que subir el IVA causará bajada del PIB (Producto Interior Bruto, expresivo del nivel de actividad económica de la nación); causará bajada del consumo (como es evidente) y, con esto, correlativo descenso de producción y aumento del paro; causará empobrecimiento en muchos sectores (más bien ‘todos’) productivos; y, por tanto, es una medida claramente ‘contraproducente’ para bajar el déficit público. Pero que, desoyendo a expertos y a simples ciudadanos, el Presidente del Gobierno (que ha dilapidado locamente el dinero de los contribuyentes) se obceca --al estilo de terquedad paranoica de Hítler-- en poner en práctica.

Por lo cual, forzoso es que uno se pregunte por qué. ¿Por qué Rodríguez Zapatero quiere, con la subida del IVA, aumentar aún más la infracción del art. 31.1 de la CE, perjudicando especialmente a los humildes, los obreros, los trabajadores; mientras que a los adinerados, como es obvio, les importa un higo que un supercoche --pongamos por caso-- les vaya a costar un 2% más?

A nosotros sólo nos parece plausible la explicación de que Zapatero sigue puntualmente la consigna marxista de alentar más pobreza y más descontento ciudadano, para desatar así la ‘revolución’ sangrienta, leninista, del asesinato de todo oponente, y a la que encaramarse ‘de por vida’ (como Hugo Chávez pretende, por ejemplo) como ‘dictador’ estalinista.

Es decir: que es tal el disparate económico, y es tal la infracción constitucional que se nos impone ‘porque sí’, que no parece exagerado asimilarlo a un ‘golpe
de Estado’ presente (véase lo dicho al comienzo de este comentario), pero que parecería también con la vista puesta en otro ‘golpe de Estado’ más total y radical, apoyado por una revolución callejera de los depauperados y desesperados,… y que paradójicamente encaramase ¡precisamente al culpable de la ruina nacional! al trono de la tiranía.

Lo sentimos; pero no podemos hacernos los distraídos ante semejante disparate golpista

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lunes, 28 de junio de 2010

Huelga del Metro y golpismo socialista

La consigna de Marx fue rotunda: aumentar el número y miseria de los pobres para que acaben estallando en la revolución más sangrienta posible.
Y esta consigna es la que parece cumplir a rajatabla Rodríguez Zapatero: arruinar al máximo España para dar pretexto a huelgas salvajes que causen el máximo descontento y terminen en revolución callejera que culmine en un Golpe de Estado.

Como el 14 de abril de 1931. Y como entonces, para implantar un régimen de terror en el que impere el genocidio sistemático de los cristianos y de los adversarios (como los diez mil asesinados en Paracuellos bajo el comisariado político de Santiago Carrillo, y que Baltasar Garzón no desenterró).

No seamos ingenuos: Zapatero estuvo de acuerdo desde hace años con su colega masón, Trichet, en subir los tipos de interés por estas dos razones: porque con esa subida se logra una especie de ‘nacionalización’ de toda la actividad económica del país (aspiración marxista); y porque incita a los ricos a ‘vivir de las rentas’ sin dar trabajo a otros, cercena el consumo de los obreros, causa por esto el colapso económico (¿quién va a producir lo que luego no se va a vender?), dispara así el desempleo, ahonda la miseria de una mayor muchedumbre de parados (como decía Marx que había que hacer para nutrir la revolución), eleva astronómicamente el déficit público (porque el Estado acapara toda la actividad, pero no tiene con qué costearla), toma pretexto de esto para bajar sueldos y suprimir ayudas sociales echando la culpa a la banca y al consumismo ‘capitalista’ y… entonces, se pone de acuerdo con los sindicatos marxistas para hacer huelgas contra ese ‘capitalismo’ pero no contra el Gobierno socialista que todo eso buscó y consiguió.

Hasta provocar la revolución callejera que, retroalimentándose en círculo vicioso, explosione en hechos sangrientos con los que dar el ansiado Golpe de Estado.

Y, en esta estrategia, la huelga del Metropolitano de Madrid es un eslabón decisivo. Porque crea un gran malestar entre los que no pueden acudir a su puesto de trabajo. Y se convierten así en masa crítica que puede echarse a la calle y --como he oído a sindicalistas marxistas arengar-- tomar adoquines de las calles para lanzarlos contra la banca… hasta forzar la intervención policial… de la que después quejarse más violentamente aún,… para más intervención policial, más revolución,… hasta el Golpe de Estado.

Es la misma táctica que ‘los mismos de siempre’ (los marxistas genocidas, neonazis) quisieron usar en 1977 con el pretexto ‘ecologista’, para que no pudieran celebrarse las Elecciones Generales de ese año, y volviesen los estalinistas a imponer su asesina IIª República española. Aunque, afortunadamente, quedó frustrada por la candidatura de un auténtico ‘ecologista’ (y, por tanto, no marxista, sino ‘franciscano’) al Senado en Madrid en aquellas Elecciones.

Pero será el mismo truco que volverá a intentar, una y otra vez, el sempiterno golpismo socialista. ¿Caeremos siempre en su trampa?

Lo triste, lo tremendamente repugnante, es que la masonería, por su ateísmo militante y su constante intento de enriquecer a sus miembros a base de que ‘el fin justifica los medios’ sin admitir límite alguno en ese propósito, se haga cómplice, como pareció Trichet, de estos intentos de acabar con la libertad y los derechos humanos a base del golpismo y el genocidio practicado por los marxistas más insaciables.

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