jueves, 16 de febrero de 2012

La velocidad de la luz NO es constante en el Universo

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Y ¿qué decir de la  velocidad  de la luz ‘en el  vacío? ¿A qué estamos llamando aquí ‘vacío?

Porque si nos referimos al vacío-absoluto, ya hemos dicho que éste es ‘la nada’, y que  la nada simplemente es  no-existencia. Y en la no-existencia, nada hay: ni propagación de luz, ni nada.

Para que haya propagación tiene que haber ‘espacio’, aunque un ‘espacio’ que  tal vez podría  irse haciendo  al andar (como Machado decía del camino: que se va haciendo al andar). ¿Acaso la luz puede ir abriendo  camino al andar? ¿Cómo? ¿Indefinidamente? Parece que no. Porque sabemos que de los ‘agujeros negros’ no sale. Así que ya se ve que su caminar  no es  indefinido. (Hablaremos de esto en otra ocasión).

Lo que sí sabemos es que si la luz se propaga por un espacio  que ya existe  (espacio interestelar, por ejemplo), no está transitando por el ‘vacío-absoluto’, sino --claramente-- entre los astros  del Universo. Y, en este caso, ¿es que necesitamos del artificio de  ‘la lona’  para explicarnos que  tuerza  su trayectoria?

¿Acaso no es mucho  más lógico  e inteligible que, si la luz es una  expresión  ondulatoria de  energía, pueda ser  desviada  a un lado u otro al estar sometida a una  ‘fuerza (atractiva o repulsiva; que tanto da lo uno o lo otro)?

¿No es más claro decir simplemente que la  luz  es también  ‘atraída  por la fuerza de la gravedad, que la  desvía? ¿O es que acaso no se dice que los ‘agujeros negros’ son  negros  precisamente porque  atraen tanto  la luz que  no  la dejan  escapar  a fuera y la obligan a volver a  caer  dentro?

¿E  incluso  no podríamos explicarlo por el vulgar fenómeno de ‘la  refracción  (cambio de  trayectoria  y de  longitud  de onda y de  rapidez  de propagación que el rayo luminoso sufre cuando pasa de un medio a otro: por ejemplo, del aire al agua)? Porque ¿no será que al pasar la luz  cerca de  un potente astro hay, en el entorno de éste, un  medio  algo  diferente  al que hay lejos de él, y por eso la luz se  refracta  y  gira?  (¿O acaso para explicar la  refracción  de la luz (al pasar de un medio a otro) tendríamos también que echar mano de que ‘el ¡espacio ! se ¡curva !’?)

Entonces, ¿a qué viene montar la historia de  ‘la lona que se comba  para justificar que el haz de luz se  tuerce  cuando está sometido a una  fuerza  notoria?

Lo que, en todo caso, parece una pura ficción es afirmar que la velocidad de la luz en el ‘vacío’ es constante… Por dos razones. En primer lugar, porque  jamás  estaremos en el  vacío, sino siempre  a través de  algo. Y en segundo término, porque, de hecho,  se comprueba  que la velocidad de la luz en el ámbito interestelar  no es  constante, sino que varía… al menos  en su dirección. (Recordemos que la ‘velocidad’ es una magnitud tanto  escalar  (cantidad de  longitud  recorrida en cada fracción de tiempo) como  vectorial  (sentido y  dirección  de avance); y esta última se constata que  cambia da igual por qué sea: pero cambia; luego ‘la velocidad’ ya  no es  constante).
 
Y si no fuese bastante lo anterior para  rechazar  que la velocidad de la luz en el ‘vacío’ (¿vacío?) es  constante,  aún podemos agregar otra consideración, a saber: que se ha observado que si el emisor se desplaza  alejándose  del receptor, la luz vira  hacia el rojo,  es decir, su  longitud de onda  aumenta; o sea, que ‘se estira’, se  alarga.  La onda  tarda  lo mismo en llegarnos, pero ya  no es  la ‘misma’ onda, sino otra.

El caso es que si se  distiende  es igualmente obvio que su  modo  de  propagación  ¡tampoco! es ahora constante. La onda que sale del foco a frecuencia constante se va  estirando  para llegar al receptor al  mismo  tiempo que antes, pero habiendo ahora recorrido  más  distancia puesto que el emisor se está alejando; de modo que si ahora está recorriendo  más  trecho en  igual  tiempo, es que ahora el rayo que nos llega ha ido  más ‘rápido’… ¿O será que, a medida que se  estira,  se propaga más ‘despacio para conservar la relación entre el  ‘recorrido hecho’  y el  ‘tiempo empleado (aunque entonces nos llegaría obviamente  tarde más  porque estaría recorriendo  mayor  separación a  igual  velocidad)?  
 
Y, aun suponiendo esta  compensación,  ¿acaso se estaría realmente  manteniendo  la ‘velocidad’ (en todos su escalares y vectoriales), o sólo su  apariencia?  Porque si se están  cambiando  todos sus  escalares  (amplitud, longitud y frecuencia de la onda),  ¿acaso podremos hablar de mantener  la  misma  ‘velocidad’ de la que esos escalares formaban parte originariamente?  Podremos hablar de que  tarda  lo mismo o más en llegarnos  un  rayo emitido  aunque  el emisor se esté  alejando;  pero  no  de que sea ya  el mismo  rayo de antes y, por tanto,  tampoco  de que se haya  mantenido  la velocidad del  que había  o  habría  habido antes,  pero  que  ya no  hay…

Por otra parte, el que la luz, fenómeno ondulatorio, se traslade a velocidad constante es una afirmación que sólo puede provenir de la mezquindad de  observar  un suceso  en un  corto  intervalo  (que es el pequeñísimo alcance al que llegan nuestras observaciones), y decidir  extrapolarlo  hasta genérico universal:  el que ‘veamos’ que la luz se propaga  ‘en nuestro  más que limitado  entorno  de forma  aparentemente  constante…, ¿no es presunción excesiva, rayana en lo  paranoico,  extenderla dogmáticamente  a ‘todo’  el ámbito del Universo?

Y si la luz es, a fin de cuentas, una  expresión  energética, ¿no es más acorde con nuestras percepciones que vaya  debilitándose  retardada por la  gravitación  con el tiempo y la distancia  hasta  extinguirse y también  ‘pararse?  Porque si es una obviedad que la  intensidad  de la luz (su amplitud de onda)  decrece  con el tiempo y la distancia  (¿o acaso se ven las estrellas de otras galaxias con la misma luminosidad que nuestro Sol?), ¿qué pasará con su  propagación  cuando esa amplitud se haya hecho  nula?  

Pues  ¿qué  es lo que seguiría  propagándose  (¿y a la misma ‘velocidad’ además?)  cuando la  amplitud  (al irse reduciendo) y  longitud  de la onda (al irse estirando) lleguen a ser una simple  línea  meramente superpuesta  a la de la  dirección  de la propagación, pero  ya sin  magnitudes  escalares?

(publicado también en:  http://peso-press.blogspot.com/ )

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Un absurdo Universo plano con hoyos que desvían la luz

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Enlazando con lo expuesto en nuestro anterior comentario sobre el vacío y la nada, habremos de preguntarnos, en primer lugar, si es serio dar por buena la  teoría de la relatividad, de Einstein,  cuando este señor partió de un craso error: suponer que el Universo era  estático  (siendo así que está comprobado y aceptado que el Universo está  en expansión,  es decir,  ‘no  es  ‘estático ).

El que el Universo, según Einstein, esté colocado sobre un  ‘espacio¡plano !  (o ‘lona’), que  no  se expande  (contrariamente a lo que    que sucede)  pero que se ‘curva alrededor de los cuerpos celestes (a modo de cómo se ‘hunde’  la  lona  sobre la que se depositan  bolas  pesadas),  podría, quizá, servir de metáfora para un  parvulario.  Pero es  tan absurdo  en todos sentidos, que  no puede  tomarse en serio.

Porque, ante todo, los astros --como es obvio-- no están  alineados  sobre un  plano… como para que éste pueda  combarse  por lo que  pesen  ellos… Y entonces, ¡qué!: ¿es que habrá muchos  ‘planos colocados de muchos modos?  Y… ¿por qué pondremos el ‘plano’  por abajo  del astro, en vez de por algún costado o por arriba suyo?  Porque… según Einstein… la  luz  va a  desviarse  dependiendo de  dónde  hayamos situado ese ‘plano’… (y no es lo mismo que un rayo, que se acerca a una estrella, se desvíe hacia abajo que hacia arriba o a la derecha o izquierda…).
 
Y, en consecuencia, ¿cuál o cómo será el ‘espacio’ global  del Universo?  Einstein, cucamente, no lo dice. Sus corifeos, tampoco.

Es más: algunos apuntan que los  ‘agujeros negros (de los que hablaremos en próxima ocasión)  son como ‘tubos’ (los llaman ‘agujeros de gusano)  que conectan los dos  ¡planos!  de  ¡dos !  Universos (o uno,  ¡doblado !  como si fuese ¡un emparedado!). Así que parece que se inclinan a pensar --con pasmosa terquedad contra toda evidencia-- que ‘todo’ universo  está ‘depositadosobre ¡un plano !
 
Pero  de ningún modo  puede aceptarse que el conjunto del espacio (o espacio global) sea  plano  (como esa bonita ‘lona’ que nos pintan)  y  ni  tan siquiera  esférico  o elipsoidal.

 No hay ‘lona’ sobre cuya ‘superficie’ se  depositen  los astros, sino que  el espacio  parece, más bien, como un   ‘fluido  en el que los objetos quedan  ‘envueltos :  fluido que los  recubre  (junto con su  entorno  específico o área de  influencia), pero ‘fluido’ que  no-existe-más-allá-de  esos recubrimientos,  aunque  se expande  a medida que se separan aquéllos…
 
Por tanto, el ‘espacio’ global  del Universo parece que podría tener una apariencia  glomerular  (es decir: como una inflorescencia compuesta --vid. margen--; conjunto de ‘bovedillas’; arriñonado) en función de su contenido. Pero, desde luego, ni ‘plano’, ni con alguna otra forma geométrica prefijada sobre el papel por algún ocurrente delineante …

Y es que el símil de ‘la lona’ se ha montado, a lo que parece y contra lo evidente,  en  intento desesperado  de salvar el terco  dogma  de que la  velocidad  de la luz sea  constante.  

Se nos dice, en efecto, que esa velocidad es constante  aunque  varíe su trayectoria… porque lo que varía es… ¡el espacio!. O sea: el que ‘la lona’ (el espacio) se  hunda  por el peso (fuerza gravitatoria) de los astros se emplea como  excusa  para mantener que la velocidad de la luz sea  constante,  y se aduce que es culpa de esos ‘hoyos’ el que  cambie  de dirección  aunque  su velocidad  siga  siendo constante

Pero, a lo que parece, estos sesudos señores ni siquiera han aprobado el bachillerato y, por eso,  todavía no se han enterado  que la ‘velocidad’ es una magnitud ‘vectorial, compuesta por una  dirección  y sentido  (‘flecha’) y una  cuantía  o ‘tamaño’ de la flecha (componente ‘escalar ) que incluso aumenta o disminuye en función de que otras magnitud vectoriales la alcancen y alteren. Y que, por tanto,  el sólo hecho  de que un móvil  cambie  su trayectoria es  prueba  de que ha  variado  su  velocidad’, al haber variado la componente vectorial de ésta (que es, precisamente, la ‘dirección’ del desplazamiento).
 
Por consiguiente, tratar de justificar mediante el icono de  ‘la lona  el que la velocidad de la luz sea constante  es impropio. Porque si, ‘de hecho’, se ha comprobado que la  trayectoria de la luz varía  (sea por el motivo que sea:  lona  o no)  durante su viaje por el Universo --y hasta tal punto que ni siquiera puede  escapar  de un ‘agujero negro’ (que por esto se llaman  negros )  porque siempre  vuelve  a ‘caer’ en él--, es, simple y llanamente, que su  velocidad  no  es  constante.

Pero seguiremos nuestras reflexiones en otro comentario.

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La relatividad del espacio-tiempo, el vacío y la nada

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‘La nada es  ausencia absoluta  de existencia. Es decir: que ‘la nada’  ni siquiera  existe. Simplemente es ‘la  no-existencia.

Esto es coherente con el concepto de Existente-por-Sí-mismo, que es ‘acto’ puro, simplicísimo (esto es: sin posibilidad de  ‘desmembrarlo  en componentes)  pero ‘permanente (o sea: sin posibilidad de distinguir entre un  antes  y un  después  de él); acto realizado en  ejercicio  de una  libertad-infinita ;  y acto puro de simplemente ‘aceptar-el-existir (o aceptarse ‘existieeendoo ), y que es existencia  ‘infinita,  es decir, aquélla  única  y simplicísima pero  de la que procede  ‘toda’ otra posible existencia. Por tanto, ‘fuera’ de ella --como sería la ‘no-existencia’--, efectivamente ‘nada’ existe. O sea: que ‘la nada’  ni siquiera  existe.

Análogamente, el ‘vacío-absoluto  es la ‘ausencia-completa  de contenido y, por ende,  ni siquiera contiene ‘existencia’ alguna. Sólo contiene ‘la nada’, es decir, la ‘no-existencia’.

Por esta razón, entendemos que ‘el vacío’ nunca podrá estar  ‘contenido  en el interior de algún existente:  nunca podrá interpretarse como una ‘burbuja’ dentro del Universo. Simplemente ‘no está’ en el Universo. Todo lo que  nos  parezca  ‘vacío’, en realidad  no puede  estarlo: es simplemente que  no somos capaces  de percibir su realidad, su  contenido. Por ejemplo, la teoría cuántica predice que ‘el vacío’ no es tal sino una suerte de espuma de partículas que revolotean. El pasado 7 de junio internet publicaba que en la Universidad de Gothenburg , Suecia, habían logrado extraer fotones de un aparente vacío (vid. al margen)

Lo cual nos lleva a esta otra consideración:  el concepto de ‘espacio’ carece de entidad propia. Surge simplemente como una magnitud ‘relativa’: por  comparación.  Apreciamos que hay ‘espacio’ en la medida que,  y  ‘a medida que,  está siendo ‘ocupado’:  a medida que algo ‘lo ocupa.  O sea: la nada no ocupa espacio y, por consiguiente, si nada hay, tampoco hay espacio.

Pero, además, la  ‘relatividad  del espacio está en función de, o implica que, haya  ‘existencias  (en plural)  diversas  entre sí, que lo ocupen. Es decir: que el Existente-por-Sí-mismo, que es único e ‘infragmentable’, no  ‘genera  espacio: está  ‘en otra dimensión  intrínsecamente  ‘ajena  al concepto de espacio. El espacio solamente es predicable de las existencias ‘contingentes’, esto es: de las que son  ‘participadas.

Otro tanto es atribuible al concepto del ‘tiempo’, que también cabe sólo apreciarse --como el de espacio-- por  ‘comparación :  aparece sólo cuando hay algo que ‘evoluciona’, que  ‘cambia. Si no hay ‘cambio’, es imposible identificar ‘tiempo’. Esta es, igualmente, la ‘relatividad del tiempo. De modo que por esto el Existente-por-Sí-mismo, que es permanente e inmutable  (porque el “Sí: quiero existir, me acepto existieeendoo”, en cuanto que es  ‘acto infragmentable y  ‘ya  hecho’, ya  no-puede  ‘cambiar’), es también intrínsecamente  ‘ajeno  al concepto de tiempo. Esto es:  de igual modo que para el concepto de ‘espacio’, el del ‘tiempo’ solamente es predicable respecto de las existencias ‘participadas, ‘contingentes’.

Mas ¿qué  consecuencias,  o qué aplicaciones interpretativas,  para el Universo  que conocemos, cabe deducir de esta  relatividad  del espacio-tiempo?

Proseguiremos con ello en el próximo comentario.

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jueves, 9 de febrero de 2012

Imágenes de la astronomía aplicadas a la muerte, la mística y Dios

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En este mismo blog hemos publicado el pasado 20 de enero, al glosar el funeral de Ramón de Rato, “que allá, más allá, a salida del túnel del espacio-tiempo que nos encarcela y retiene, está, en definitiva, la Luz focalizada, la Luz Centrada, el Alfa y el Omega del Amor Infinito… que con su haz radiante alumbra --Existencia por Sí Misma-- toda la existencia; esfera luminosa de radio infinito que nos llama, nos apremia, nos reclama,… para nuestra final y feliz inmersión en su atmósfera eterna de plenitud para nosotros…”

Y diez días después, el 30, abundábamos en lo mismo apuntando “que una vez que hayamos escapado de la cárcel del espacio-tiempo, Dios se nos aparecerá como un punto (centro) luminoso que irradia  su luz (Amor) ‘sin limitación’ alguna (infinitamente), inundándonos para que alcancemos así la  plenitud  de nuestra existencia.”

Sobre estas expresiones me han sugerido que pusiese algún ejemplo. Y voy a intentarlo.

 Y en primer lugar, forzoso es referirse a los numerosos testimonios de quienes han estado a punto de morir… y han ‘regresado’ luego a la vida. Mi propio hermano Manuel, ingeniero y matemático sumamente racionalista, me confesó, después de haber superado un accidente, que había tenido esa inexplicable percepción de caminar como por un túnel al fondo y final del cual se veía ‘la luz’: un ‘estallido’ de luz, una atmósfera luminosa que llenaba de paz  y consuelo… Y la descripción es de igual tenor en todos los que han estado en análoga situación. A ello es a lo que aludíamos, en concreto, el día 20 y lo figuramos aquí en el margen.


 Pero hay una imagen tomada de vídeos o documentales (por ejemplo, de uno emitido por National Geographic en televisión recientemente) sobre ‘el interior’ de un  agujero negro  --que es ‘negro’ solamente cuando estamos aún ‘fuera’ de él, pero que es (como simulan las imágenes adjuntas al margen) un estallido de luz radiante  cuando estamos ya ‘dentro’-- que bien podríamos tomarla como ejemplo de lo dicho el 20 y el 30 con sólo tener al  dintel  final del túnel como aquel ‘horizonte de sucesos’   u horizonte de ‘no-retorno’, o brocal del pozo (agujero negro), más allá del cual está la plenitud esperada:  un  centro luminoso que irradia su luz en todas direcciones llenando todo el espacio en que sumergirnos para alcanzar nuestra plenitud existencial…



El símil es todavía más plausible en cuanto que un  agujero negro  es un ámbito del que nada puede escapar, de igual manera que ninguna existencia ‘contingente’ (es decir: cualesquiera que ‘NO-exista-por-ella-misma’) puede ‘emanciparse’ de la que sí que ‘Existe-por-Sí-misma’ y que es de quien hemos recibido la nuestra…

¿Son, pues, los  agujeros negros  del Universo un reflejo más, una suerte de llamada de atención,  que se nos presenta para que comprendamos todavía mejor que nuestra limitadísima existencia no puede escapar de la relación ontológica que, quiérase o no, tenemos con quien sí que  Existe-por-Sí-mismo; y relación que subsiste y subsistirá  perennemente, queramos o no, en cuanto que somos  creaturas  suyas?

 Quizá algún día hablemos de las teorías o conocimientos que, poco a poco, se van teniendo del Universo. Pero aún me referiré ahora a otro fenómeno concreto que ha saltado a la actualidad en enero: las ‘eyecciones de masa coronal’, o burbujas en la superficie del Sol que revientan y alcanzan la Tierra encendiendo nuestra ionosfera (alta atmósfera) en serpenteantes ‘auroras polares’ (véanse ilustraciones en el margen).
 Porque también podría quizá establecerse algún paralelismo entre esto y los  arrebatos místicos  que experimentan algunos humanos como, por ejemplo, Santa Teresa de Jesús.

En efecto: para comprender lo que sienta la persona que es ‘inundada’  por el Amor  divino (es decir: la que experimenta un arrebato místico), podemos ver el diagrama (adjunto) del viento solar alcanzando la Tierra.

En él, la ‘eyección de masa coronal’  vendría a ser un símil o ejemplo de la acción divina de ‘transferir’  a la persona una ‘llamarada’  del Amor Infinito que es lo que, a fin de cuentas, es Dios. Esta ‘llamarada’, cual  viento solar,  alcanza a la persona  envolviéndola  y ‘encendiéndola’  con esa porción de Amor Infinito que le llega; de tal modo que la persona tiene frecuentemente una sensación de ir ‘a  estallar’  (equivalente al ‘estallido’ geológico que hasta puede darse en la Tierra por una fuerte tormenta solar); ir a  estallar  --decimos-- por aquella ‘inundación’  de tanto y tan inefable Amor que la embarga, y que notoriamente ‘excede’ sus capacidades biológicas y espacio-temporales.

Y hasta tal punto que,… la persona entonces es posible que suspire un ruego humilde (pero impertinente; porque es algo así como querer ‘enmendar la plana’  a Dios)  del estilo de: “¡basta, basta; por favor!, porque me ‘rompo’...  ‘Ruego’ que también proviene, en parte, de la clara conciencia que uno --pensamos-- tiene de que el arrebato místico le está extrayendo de las coordenadas del espacio-tiempo (semejante a la alteración sideral que causa el viento solar): y le da  apuro que lo pudiesen presenciar otros… si es que algunos estuviesen presentes.

Pero, como decimos, tal hipotético sentimiento de  apuro  sería una estupidez (porque ‘si Dios nos inunda,  Él sabrá’, y deberíamos quedar tranquilos por el testimonio que pudiésemos estar dando… incluso por espectacular que pudiese llegar a ser); pero ya se sabe que los humanos somos estúpidos… (Aunque como descargo cabe, también, aducir la tremenda conciencia de insignificancia que desborda a quien está ante la infinitud del Creador, y que igualmente le hace ‘ruborizarse’).

En fin: con las presentes notas hemos querido simplemente resaltar que lo que podremos ver  o sentir  tras morir, o tras ser --tal vez-- alcanzados por una llamarada del  Amor Infinito, puede incluso intuirse mediante imágenes de la Astronomía moderna.

(publicado también en:  http://peso-press.blogspot.com/2012/02/imagenes-de-la-astronomia-aplicadas-la.html )


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