La velocidad de la luz NO es constante en el Universo
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Y ¿qué decir de la velocidad de la luz ‘en el vacío’? ¿A qué estamos llamando aquí ‘vacío’?
Porque si nos referimos al vacío-absoluto, ya hemos dicho que éste es ‘la nada’, y que la nada simplemente es no-existencia. Y en la no-existencia, nada hay: ni propagación de luz, ni nada.
Para que haya propagación tiene que haber ‘espacio’, aunque un ‘espacio’ que tal vez podría irse haciendo al andar (como Machado decía del camino: que se va haciendo al andar). ¿Acaso la luz puede ir abriendo camino al andar? ¿Cómo? ¿Indefinidamente? Parece que no. Porque sabemos que de los ‘agujeros negros’ no sale. Así que ya se ve que su caminar no es indefinido. (Hablaremos de esto en otra ocasión).
Lo que sí sabemos es que si la luz se propaga por un espacio que ya existe (espacio interestelar, por ejemplo), no está transitando por el ‘vacío-absoluto’, sino --claramente-- entre los astros del Universo. Y, en este caso, ¿es que necesitamos del artificio de ‘la lona’ para explicarnos que tuerza su trayectoria?
¿Acaso no es mucho más lógico e inteligible que, si la luz es una expresión ondulatoria de energía, pueda ser desviada a un lado u otro al estar sometida a una ‘fuerza’ (atractiva o repulsiva; que tanto da lo uno o lo otro)?
¿No es más claro decir simplemente que la luz es también ‘atraída’ por la fuerza de la gravedad, que la desvía? ¿O es que acaso no se dice que los ‘agujeros negros’ son negros precisamente porque atraen tanto la luz que no la dejan escapar a fuera y la obligan a volver a caer dentro?
¿E incluso no podríamos explicarlo por el vulgar fenómeno de ‘la refracción’ (cambio de trayectoria y de longitud de onda y de rapidez de propagación que el rayo luminoso sufre cuando pasa de un medio a otro: por ejemplo, del aire al agua)? Porque ¿no será que al pasar la luz cerca de un potente astro hay, en el entorno de éste, un medio algo diferente al que hay lejos de él, y por eso la luz se refracta y gira? (¿O acaso para explicar la refracción de la luz (al pasar de un medio a otro) tendríamos también que echar mano de que ‘el ¡espacio ! se ¡curva !’?)
Entonces, ¿a qué viene montar la historia de ‘la lona que se comba’ para justificar que el haz de luz se tuerce cuando está sometido a una fuerza notoria?
Lo que, en todo caso, parece una pura ficción es afirmar que la velocidad de la luz en el ‘vacío’ es constante… Por dos razones. En primer lugar, porque jamás estaremos en el vacío, sino siempre a través de algo. Y en segundo término, porque, de hecho, se comprueba que la velocidad de la luz en el ámbito interestelar no es constante, sino que varía… al menos en su dirección. (Recordemos que la ‘velocidad’ es una magnitud tanto escalar (cantidad de longitud recorrida en cada fracción de tiempo) como vectorial (sentido y dirección de avance); y esta última se constata que cambia… da igual por qué sea: pero cambia; luego ‘la velocidad’ ya no es constante).
Y si no fuese bastante lo anterior para rechazar que la velocidad de la luz en el ‘vacío’ (¿vacío?) es constante, aún podemos agregar otra consideración, a saber: que se ha observado que si el emisor se desplaza alejándose del receptor, la luz vira hacia el rojo, es decir, su longitud de onda aumenta; o sea, que ‘se estira’, se alarga. La onda tarda lo mismo en llegarnos, pero ya no es la ‘misma’ onda, sino otra.
El caso es que si se distiende es igualmente obvio que su modo de propagación ¡tampoco! es ahora constante. La onda que sale del foco a frecuencia constante se va estirando para llegar al receptor al mismo tiempo que antes, pero habiendo ahora recorrido más distancia puesto que el emisor se está alejando; de modo que si ahora está recorriendo más trecho en igual tiempo, es que ahora el rayo que nos llega ha ido más ‘rápido’… ¿O será que, a medida que se estira, se propaga más ‘despacio’ para conservar la relación entre el ‘recorrido hecho’ y el ‘tiempo empleado’ (aunque entonces nos llegaría obviamente tarde más porque estaría recorriendo mayor separación a igual velocidad)?
Y, aun suponiendo esta compensación, ¿acaso se estaría realmente manteniendo la ‘velocidad’ (en todos su escalares y vectoriales), o sólo su apariencia? Porque si se están cambiando todos sus escalares (amplitud, longitud y frecuencia de la onda), ¿acaso podremos hablar de mantener la misma ‘velocidad’ de la que esos escalares formaban parte originariamente? Podremos hablar de que tarda lo mismo o más en llegarnos un rayo emitido aunque el emisor se esté alejando; pero no de que sea ya el mismo rayo de antes y, por tanto, tampoco de que se haya mantenido la velocidad del que había o habría habido antes, pero que ya no hay…
Por otra parte, el que la luz, fenómeno ondulatorio, se traslade a velocidad constante es una afirmación que sólo puede provenir de la mezquindad de observar un suceso en un corto intervalo (que es el pequeñísimo alcance al que llegan nuestras observaciones), y decidir extrapolarlo hasta genérico universal: el que ‘veamos’ que la luz se propaga ‘en nuestro más que limitado entorno’ de forma aparentemente constante…, ¿no es presunción excesiva, rayana en lo paranoico, extenderla dogmáticamente a ‘todo’ el ámbito del Universo?
Y si la luz es, a fin de cuentas, una expresión energética, ¿no es más acorde con nuestras percepciones que vaya debilitándose retardada por la gravitación con el tiempo y la distancia hasta extinguirse y también ‘pararse’? Porque si es una obviedad que la intensidad de la luz (su amplitud de onda) decrece con el tiempo y la distancia (¿o acaso se ven las estrellas de otras galaxias con la misma luminosidad que nuestro Sol?), ¿qué pasará con su propagación cuando esa amplitud se haya hecho nula?
Pues ¿qué es lo que seguiría propagándose (¿y a la misma ‘velocidad’ además?) cuando la amplitud (al irse reduciendo) y longitud de la onda (al irse estirando) lleguen a ser una simple línea meramente superpuesta a la de la dirección de la propagación, pero ya sin magnitudes escalares?
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