domingo, 3 de enero de 2016

Las listas electorales cerradas y bloqueadas corrompen el sistema y causan la ingobernabilidad del país




Cerrábamos el año 2015 pidiendo perdón por haber propuesto en 1976 un sistema electoral que, con el tiempo, se ha mostrado inconveniente. Y apuntamos al deterioro conceptual y operativo que suponía el uso imperado de las listas electorales cerradas y bloqueadas, es decir, aquéllas que ‘dictan’ los partidos y agrupaciones conteniendo ordenadamente la serie de candidatos que concurren al Congreso (e incluso a otros cuerpos representativos de rango territorial o local) y que de ningún modo pueden alterar o meter baza en ellas los electores. Pero dejamos abierta la reflexión y, en el aire, el porqué de la citada inconveniencia.

Pues bien: ésta es muy clara y manifiesta. Se trata de que estando hechas esas listas por quienes en los partidos o agrupaciones ‘parten el bacalao’, a nadie sorprenderá que el amiguismo y el servilismo cobren un papel relevante --notoriamente excesivo-- a la hora de confeccionarlas: figurarán en ellas, y en puestos tanto más destacados, las personas que más ‘confianza’ --como se dice en el argot político-- merezcan a quien o quienes las hacen.

Y aquí  es donde está el problema.

Porque… ¿quiénes serán quienes merezcan  más ‘confianza’  a ‘los jefes’ (incluso a los jefes en los ámbitos laborales y de todo tipo)?

Pues en lo primero que se fija un ‘jefe’ para ‘confiar’ en algún subordinado  es  --y no estamos ‘descubriendo el Mediterráneo’-- en que sea dócil y maleable: que diga que  sí a todo lo que se le mande, y que no nos complique la vida.

¡Vamos!: algo así como la sabia --pero no ideal-- norma que tienen las Logias --que bien saben lo que se hacen-- para aceptar nuevos miembros: que los socios emitan su voto a favor o en contra de admitir al postulante pero mediante introducir escusadamente una bola blanca o negra en una bolsa, según estén a favor o en contra del aspirante. Y aquí no se preguntan porqués, ni se recuentan mayorías: basta con que aparezca  una sola bola negra, para que se deniegue  la admisión pretendida. Es decir: la exigencia de merecer ‘la máxima confianza’… y  a todos.

Mas, aun cuando éste sea un sistema operativo respecto de aceptar nuevos socios o no (incluso en cualquier asociación; desde luego), YA NO es lo mismo a la hora de escoger ‘colaboradores’ para el gobierno de una comunidad, tanto la ciudadana como cualquier otra: científica, vecinal, empresarial, laboral, … y hasta deportiva.

¿Por qué? Porque la carencia de ‘bolas negras’ garantiza que el postulante no causa rechazos, pero nada dice respecto de su mayor o menor aptitud o adecuación a los cometidos que haya de desempeñar. Y en esto es en lo que cojea el método.  

Porque quienes más fácil tendrán entonces el prosperar…  ¡¡a fe! que no serán las mentes más preclaras y creativas que, en cuanto tales, difícilmente se amoldarán a rutinas ‘establecidas’!; sino aquellas otras  que  ‘ni chicha ni limoná. Y que, además, sabiéndose serlo,… ¡es que ni siquiera se atreven a decir ‘pío’, porque ninguna seguridad tienen en sí mismos como para decir ni tan siquiera ese tímido ‘pío’!. O sea: que no lo dicen. Y por consiguiente son los colaboradores más cómodos del planeta: el jefe es el jefe y, por tanto, es el que siempre tiene razón. Y a los demás sólo les cabe el “sí, bwana”, y se acabó.

Pero vuelve a ocurrir el mismo fallo antes ya señalado: que sin creatividad, sin análisis crítico de cada ocurrencia, el funcionamiento de … ¡lo que sea!, acaba muriendo por consunción o… aburrimiento. Ni siquiera la convivencia doméstica sobrevive. Menos aún el Gobierno de una --de cualquiera-- nación.

Y ¿quieren ustedes un ejemplo revulsivo, trepidante, altamente ilustrativo? No tendrán más que recordar al prototipo por antonomasia de esto: el  loco de Hítler. Personaje que, como todos saben, al que le rechistaba, se lo cargaba. Pero que… le llevó al fracaso total y hasta a su propio --desesperado--- suicidio. Porque los personalismos, o el ‘culto a la personalidad’ --que se decía de Mao Tsé Tung-- , acaban siempre consumiéndose en sí mismos como el cabo de una vela… ¡¡Todos! ¡Siempre!!

Y… ¿entonces?  --se nos dirá--.  Pues muy sencillo: es que hay que saber usar el cerebro incluso para usarlo… Lo cual significa que, ante todo, tenemos que ser conscientes que somos ‘humanos’ --no, bestias de la selva--; y que, por tanto, tenemos que buscar, y aceptar, y procurar ‘prosperar’ --mejorar, ‘progresar’-- ,… pero ¡maldita sea!: ¡olvidándonos de una vez de nuestras inercias zoológicas de ‘rivalizar’ --¡que ya no estamos en la selva!-- y decidirnos --de una vez, también-- a AYUDARNOS, COORDINARNOS, COMPLEMENTARNOS.

Que traducido a términos de ‘jefe-subordinado’ significa que el jefe tome conciencia de que NECESITA al subordinado (y viceversa), y que, entonces, ambos tienen que COLABORAR con honesta sinceridad. Con RESPETO recíproco, pero también con el RECONOCIMIENTO recíproco de que, cada cual en su ámbito, seguro que tienen una mejor perspectiva de cómo MANEJAR las situaciones y las herramientas específicas de cada labor. Para, así, COMPLEMENTARSE. Como corresponde a personas con cerebro y corazón.

Y todo lo demás se nos antoja no sólo filfa, sino incluso un morrocotudo DISPARATE. Porque si no, ¡aquí no hay quien viva! ¿O sí?

 Todo lo cual, aplicado a lo de las listas cerradas y bloqueadas  --que era el origen de estas reflexiones sobre lo que es ‘el pan de cada día’--, querrá decir que NO se pueden formar fijándose en cuánto de ‘amiguete sumiso’ sea éste o el otro, sino en quiénes tiene realmente la cabeza sobre los hombros y son  lo bastante ‘fajados’ como para exponer sus razones --que no es lo mismo que tratar de ‘imponerlas’; claro está-- incluso al más pintado que se tercie. Porque si no hay intercambio leal de razonamientos, no llegaremos a parte alguna.

Entonces, ¿listas cerradas y bloqueadas? Pues miren ustedes: ¡incluso funcionarían… si las cosas se hiciesen TODAS bien! Pero como esto es difícil, vamos a tratar de ingeniarnos una alternativa… y dentro de la Constitución.

La solución,…  (si nos lo permiten).

NB.- Dada la escasez de tiempo que a todos nos corroe, perdónesenos que en esta ocasión apenas nos entretengamos en subrayar el texto ni animarlo con ilustraciones. Gracias.


Prof. Dr. Fernando Enebral Casares.




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