Alberto Rivera acierta cuando dice que no pactará con partidos perdedores que quieran con eso cambiar el signo de las urnas
Es curioso: los dos ‘nuevos’
en el panorama político nacional nos recuerdan en
cierto modo --cada uno, a su estilo-- a nosotros mismos hace cuarenta años, cuando asumimos ‘a cuerpo limpio’ --es decir: sin padrinazgo alguno y, por ende, también con
completa sinceridad e independencia intelectual,
incontaminada (como buen ambientalista) de dogmatismos ni inercias ni lobbies políticos de cualquier índole--,
y con sólo dos meses de tiempo para preparar
programa, darlo a conocer y repartirlo y publicitarlo para
las primeras elecciones generales en 1977;
y eso, encima, después que hubimos sido nosotros también quienes,
tras la dimisión de Arias Navarro, propusimos desde diversas revistas que la ‘transición’ consistiese
simplemente en que los procuradores en Cortes, de entonces, pasasen a elegirse por sufragio
universal (vid. peso-press.blogspot.com 6/12/2008)


De modo que, aunque intelectualmente
‘revolucionarios’ --advertimos, denunciamos y
predijimos ya entonces, ¡hace 40 años!,
exactamente y con total precisión todos los
sucesos climático-meteorológicos
que hoy día se están ya viviendo por culpa del
calentamiento global causado por los gases
invernadero--, nuestra ‘revolución social’ era llamar a la reflexión, la concordia
y --sobre todo-- la complementación solidaria entre los
humanos para salvarnos,
todos juntos, del suicidio colectivo
al que caminábamos… Y
en esto, con matices --como se ve--, seguro que
tenemos parecidos y hasta coincidencias
con Pablo Iglesias; aunque, como es notorio, diferimos de él en
cuanto a financiaciones millonarias y facilidades televisivas de no se sabe
bien dónde…
Con Alberto Rivera compartimos
su planteamiento de que se puede cooperar con todo
aquél que sea razonable y no esté condicionado
por ideologías trasnochadas, compromisos secretos,
o ambiciones psicopáticas. Nosotros, por aquel entonces, también propusimos tender la mano a todos… los que estuviesen
dispuestos a usar el raciocinio sin ‘pre-juicios’.
Y, de hecho, los principales partidos se vieron con ello algo forzados a
abrirse también a ‘independientes’ que aportasen ideas valiosas por sí mismas, al margen
de previos dogmatismos.
Pero Rivera,
por fortuna para él, ha contado con años de consolidación pasito a pasito
(lo que suponemos que le habrá permitido ir expurgando el trigo de la cizaña, y a las personas
sinceramente comprometidas con servir
al común de los ciudadanos, en vez de los advenedizos y oportunistas --tremenda lacra
y riesgo que carcome a los partidos-- que aspiran más bien a ‘servirse’ --y ¡a toda costa!-- de esa comunidad ciudadana).
Ha contado, pues, con
un tiempo que nosotros no tuvimos; además de
también disponer de financiaciones de las que nosotros también carecimos
radicalmente. Nos sentimos, pues,
conceptual y posturalmente afines en variados aspectos. Pero tampoco todos (ni
mucho menos).
Dicho lo cual --más a título de ‘testimonio’ sincero y de ‘memoria’ para la Historia, que de otras vanidades
que siempre y todas tenemos por estúpidas,
ni desvaríos que los
frena, sin duda, nuestra visión pluridisciplinar--, comprensible será
que digamos que la afirmación de Alberto Rivera
--de que no pactará con quienes quieran,
a base de reagruparse, subvertir su derrota en las urnas, para su medro-- nos parece muy acertada.
Porque hasta las personas menos iniciadas en la política pero
más enraizadas en el sentido común --precisamente
porque los árboles de una atolondrada erudición no les hacen perder la maravillosa
perspectiva del bosque en su conjunto-- se sienten
engañadas, burladas, menospreciadas y defraudadas si el partido más votado no es el que se encarga de gobernar,
sino
que lo hiciere un consorcio oportunista de perdedores
. De aquí que lo anunciado por Rivera nos merece aplauso.

Aunque éste es un tema que bien merecerá otro
comentario específico y monográfico.
Prof.
Dr. Fernando Enebral Casares
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