Recientes grandes pelotazos en Bolsa perjudican gravemente a millones de los pequeños ahorradores que son quienes sostienen la actividad económica del país aun a pesar de Bruselas y de nuestra desnortada Agencia Tributaria que también les toma por suculenta carne de cañón para su cinco por ciento
Últimamente hemos presenciado con pasmo la desfachatez de maniobras financieras de grandes
empresas de las que sus mayores accionistas, con tal de sabrosos ‘pelotazos’, han detraído millones y millones de los humildes que, en cambio, con el trabajo de toda su vida y
grandes esfuerzos y sacrificios
cotidianos, habían contribuido al sostén y
crecimiento de ésas cuando con
los pocos ahorrillos que lograban reunir les
compraron algunas de sus ‘acciones’.
Me refiero --al margen de otros derrumbes acaecidos
cuando se han desvelados situaciones corruptas imposibles ya de seguir encubriéndolas--
a dos recientes
‘ampliaciones de capital’ que más propiamente parece que deberían haberse llamado incrementos brutos patrimoniales de sólo
unos cuantos a costa de todos los demás.
El primero de
ellos lo ha protagonizado hace poco Endesa que, pese a haber informado amplia y
anticipadamente --lo cual es muy loable-- de sus propósitos y forma de
llevarlos a cabo, no dejó de suponer,
finalmente, que sus ‘acciones’
o (para mejor entendernos los profanos) ‘participaciones
en Bolsa’ --es decir: el dinero con el que quien quiera puede contribuir a
sostener la actividad empresarial mediante comprarle una parte ínfima de
la muchedumbre de las que componen todo el patrimonio monetario que necesitan para
existir-- cayesen de un día a
otro ¡hasta la mitad! de su valor o ‘cotización’
Lo cual supuso,
obviamente, que quien el día D tenía un número N de ‘acciones’ valoradas cada una en H euros (o sea, tenían allí ahorrados ‘N por H’
euros), al día D+1, una vez realizada
la ampliación de capital (esto es, la puesta en venta de millones de nuevas ‘acciones’),
el precio de cada una de ellas cayó a su mitad (para animar a la gente
a comprarlas, y por la ley de oferta y demanda: mucha
oferta hunde el precio); con
lo cual quienes habían metido antes sus
ahorrillos en esas ‘acciones’, ¡perdieron la mitad! de lo que les valían.
De modo que el humilde ahorrador que, con
toda su buena voluntad de contribuir a que haya empresas que rindan servicios necesarios
y empleen a trabajadores, había puesto sus ahorros en la finalidad
social de apoyar la vitalidad económica del país mediante
comprar ‘acciones’, fue duramente castigado con la pérdida de ¡la
mitad! de lo ahorrado durante --tal vez-- toda su vida.
¿Quiénes, entre
tanto, habían dado ‘el pelotazo’ del siglo? Quienes el
día D vendieron rápidamente todas sus ‘acciones’ a H euros,
y el día D+1 volvieron ahora a comprarlas por la mitad de lo que las vendieron ayer.
Es decir, ¡duplicaron su dinero!:
siguieron teniendo el mismo número de ‘acciones’,
pero se llevaron al bolsillo ¡otro
tanto! ‘en efectivo’ contante y sonante. Algo así como ‘la estafa de la pirámide’: que el primero que compra (en este caso, ‘vende’) es el que se enriquece a costa del último que lo hace (que lo pierde todo
para que los primeros se lo lleven
todo).
¿Fue bastante el haber anunciado esa ‘ampliación de capital’
con meses de antelación? Creemos que no. Debió
advertirse --además-- de sus resultados. Para
que los humildes ahorradores --que son quienes cumplen excelsamente la labor social de mantener la actividad
empresarial para dar trabajo y rendir servicios a la comunidad-- pudieran
también haberse beneficiado EN LA MISMA MEDIDA que los prebostes; en vez de haberles costeado a los demás su enriquecimiento.
¡Pero mucho más grave ha sido lo acaecido en el Banco de
Santander!: su flamante
nueva Presidente --y no es errata: es ‘Presidente’; porque los cargos son unisex
(epicenos)-- ha sorprendido con un acuerdo de ampliación
de capital del que nada se había dicho, y --encima-- mientras
que el servicio informático del Banco, por ‘cambiar’ --¡qué casualidad!-- su página web, impedía
a sus clientes ‘humildes’ acceder a las
cotizaciones de Bolsa porque --¡nada menos!-- se había ¡suprimido! de su menú la
opción de ver la evolución de ellas.
“Incidencia informática” lo llamaban en ‘atención al cliente’. Una ‘incidencia’ que igualmente habrá permitido a algunos vender
sus acciones
a X euros, para volver a comprarlas --unas horas después de la imprevista ampliación de capital-- a un precio muy
inferior (más de un 14% inferior) al obtenido cuando las vendieron
el día antes. ¡Menudo pelotazo!
¡Para que luego ahora,
con los últimos desvaríos del Sr. Montoro (que no da una ‘a derechas’ ni por casualidad), llegue la Agencia Tributaria --que vive ‘a comisión’
del 5% de lo que ‘dice’ que ‘debería’ recaudar (que ni siquiera
es sobre lo que legalmente recaude finalmente en firme)-- y se lleve, aún, más de la quinta parte
de esos ahorrillos si el honrado y acogotado trabajador --que no, comisionista-- se ve en la necesidad
de vender las ‘acciones’ que
logró comprar ¡hace muchos años!…!
Pero, en cambio, ‘se traga’
lindamente el sapo de la especulación de los que venden hoy para recomprar mañana
mismo, y exime esto de impuestos… ¡Oléeee!
Dr. Prof. (en CC. Económicas)
Fernando Enebral Casares
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